Quien soy

Describirme como soy, lo que hago o como lo hago resulta algo complicado… como es lógico, no sería objetiva y preferiría que indagues y navegues por este rincón y seas tú, en función de lo que ves, el que generes esa imagen.

Como lo que se espera en estos casos que es que cuente mi recorrido y experiencia artística, no soy licenciada en Bellas Artes pero interés, ganas, imaginación y espíritu de superación no me faltan. De niña siempre me gustó pintar, como a la mayoría de pequeños, es por ello que a una edad temprana mi madre decidió llevarme a una academia de dibujo. El carboncillo y óleo fueron mis compañeros de viaje, de forma pasajera el pastel. Análisis de luces y sombras, contrastes, perspectivas y otros conceptos fueron poco a poco formando parte de mi rutina en esas tres horas semanales. Para mi esas horas no dejaban de ser diversión y buenos momentos, que ahora desde la distancia, recuerdo con cariño.

Pasó el tiempo, y llegó la adolescencia. Abandoné la academia pero no la imaginación, que con un boli y en ratos libres siempre estaba dispuesta. De hecho, creo que fue en esa fase cuando nació una relación especial con la tinta.  Iba y venía de manera intermitente, no había continuidad, pero supongo que a esas edades es fácil dispersarse.

Fue con el nacimiento de mi hijo mayor cuando retomé la asistencia en otra escuela de dibujo y pintura. Ya sea por la hormonas o la añoranza al carboncillo, el caso es que volví a mancharme las manos y la cara de esa ceniza que tanto ansiaba. Recordé y aprendí nuevas técnicas con compañeros cuya edad no era inferior a 60 años, eso sí con un espíritu que se comían el mundo.

Los años posteriores continúe, desde la comodidad de mi hogar, dibujando. Un ocio que se convierte en rutina. Una rutina que es un más que ocio.